miércoles, 15 de abril de 2015

Reunión 17 de abril

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Buenas noches chicos y chicas:
Trs el recuento de votos, el viernes 17 de abril se hará la reunión en persona del taller. Tenemos dos horarios:


  • ·         De 12 h a 14h
  • ·         De 17 h a 19 h

A nosotros nos da igual el horario. Incluso hemos pedido la sala a ambas horas.  Por ello habíamos pensado hacer actividades distintas por la mañana y por la tarde, para poder acoger al máximo de personas posibles para participar y que los que puedan vayan si quieren todo el día. No obstante tendremos en cuenta vuestros comentarios en esta misma entrada.

El taller será en el salón Mª LUZ NÁJERA en el sótano de la facultad de Políticas y Sociología (Somosaguas), recordad que para ir allí tenéis que coger el autobús H en Aluche o el A en Moncloa, estos autobuses se consideran zona A.

Esperamos vuestros coentarios y nos vemos allí.

Práctica 9; Microrrelato

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Práctica 9; Microrrelato
Ahí estaban, sus figuras se contorsionaban de maneras imposibles, se combaban, se expandían… era el espectáculo más grande que había visto: uno era el agresivo discípulo, belicosamente joven, el otro era el sabio maestro, pacientemente preciso. Estaba seguro que si apartaba la mirada, sus golpes se me escaparían: una envenenada patada rozando al maestro, que gracias a su experiencia anticipa el golpe y lo elude milagrosamente. Yo los veía obnubilado, escuchando los sonidos de mis propias cadenas al romperse, me liberé de mis limitaciones y me dije: Yo quiero hacer lo mismo que hacen ellos.
Así empecé este largo camino, admirando la estatua de aquellos dos guerreros, me queda tanto por aprender…


Cuesta mirar el espejo que refleja el lado que nunca queremos ver de nosotros mismos, pero Mi Amigo, me habló, con un abrazo y una gran sonrisa me animó a superar mis defectos y empezar este viaje, me dio fuerza… pero el viaje apenas ha comenzado, lo duro comienza ahora.


Se movía de forma hipnótica, yo me enamoré de sus vaivenes, de sus gestos, de su figura, y va y me dice “sígueme”, colocó mis manos en su cadera y no puede evitarlo, me pregunté ¿Cómo un tío es capaz de mover las caderas mejor que yo?

Vikky Corffer

Práctica 9; Microrrelato

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Práctica 9; Microrrelato
Primero.

Leí las preguntas del examen, me giré hacia mis compañeros y mirándoles a los ojos grité “Por Gondor”.


Segundo.

Cogiendo de nuevo la cámara de fotos salté todo lo que pude para alejarme del tumulto. Puse uno de los modos automáticos al azar con la esperanza de no perder aquella foto; levanté la cámara y enfoqué lo más rápido que pude, pero no tuve tiempo: la mano del policía me agarró del cuello con tanta fuerza que un latigazo me recorrió todo el cuerpo y me hizo caer al suelo. Casi perdí el sentido cuando alguien cayó encima de mí. Sentí gente corriendo a mí alrededor, me pisaron la espinilla y por poco también la cabeza. Y luego todo pasó, deprisa, como había comenzado. No sé cuánto tiempo había pasado desde entonces hasta que me incorporé, solo sentía el dolor de los cristales del objetivo destrozado clavándose en mis manos ensangrentadas.


Tercero.

Quería escribir un microrrelato de entre cero y cincuenta palabras con golpe de efecto al final hasta que me di cuenta de que las ardillas no sabemos escribir.

 Elllolol

Práctica 9; Microrrelato

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Práctica 9; Microrrelato

Era la primera vez que me adentraba en aquel lugar. Desde fuera pareció interesante, una de aquellas ruinas cubiertas de maleza y musgo, de piedras grises y retorcidas, cascotes desgastados por el viento y la lluvia y restos de alguna estatua que hacía tiempo había perdido todo contorno. Le pareció interesante. Descubrir sus secretos ocultos. Seguramente nadie se había adentrado allí en años. Una vez dentro la cosa ya no me pareció tan divertida. Era una ruina tétrica, alumbrada por antorchas perennes y llena de tumbas y cuerpos resecos por todas partes. Un ruido me hizo detener mis pasos. Un rugido húmedo y repugnante. Me giré y vi que, de una de las lápidas se estaba levantando un cuerpo repugnante de expresión dentuda y ojos refulgentes.
Grité.
Corrí escaleras arriba.
“¿Qué pasa?” me preguntó una voz a mis espaldas.
“¡UN DRAUGR!”
“¿Y estás corriendo como una puta?” se rió.
Puse el juego en pausa, me quité los cascos y le hice un mohín.

(Sin impacto/ 160 pal)



Una cartera vacía. 23 kilos de esperanza.

(Con impacto/ 50 pal)



La miré. Puse mi mano sobre su cabeza. Me lamió con su cálida lengua y, juntas, sentadas en el sofá, miramos aquel documental, aquel ruido de fondo vacío. Su sola presencia era lo único que necesitaba, aquella presencia por la que había luchado tanto. Recorrí con mis dedos la cicatriz en su tripa.
“Estamos ganando.” le dije.

 (Sin impacto/ 50 pal)

DNH

Práctica 9; Microrrelato

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 Práctica 9; Microrrelato

Decir que le encantaba el chocolate sería un eufemismo. Lo idolatraba, era su punto débil. Desde que de niña se escondiera en la despensa para picotear las tabletas sin ser descubierta no había parado de comerlo, de degustarlo, de devorarlo. Qué dulce. Y qué fácil iba a ser matarla.
#1 Menos de 50 palabras

La norma más importante del pueblo era que no debíamos acercarnos al pantano. Cada vez que alguien se aventuraba, ocurrían cosas malas. Los  niños desaparecían, los adolescentes valentones que intentaban impresionar a sus novias acababan ahogados e incluso las patrullas de vigilancia, que intentaban evitar esas catástrofes, sucumbían de vez en cuando a pesar de las precauciones. Después de una desgracia, el agua de los grifos parecía vino rosado, el abrevadero se teñía de rojo y con él los hocicos de los animales y el agua con el que se regaban las cosechas impregnaba el trigo de los campos.
Si aún no sabes por qué sé todas estas cosas, no te acerques al pantano: yo soy la causa de todas.
#2 Golpe de efecto al final y menos de 160 palabras


Tenía la mala costumbre de olvidar.
Olvidaba lo mucho que le echaba de menos y dónde había puesto los calcetines a rayas. Olvidaba sus penas en las esquinas y olvidaba la edad de sus padres. Se olvidaba del mundo y se olvidaba de la monotonía. Se olvidaba de que tenía una camiseta que no se ponía en el fondo del cajón y se olvidaba de llamar a la abuela.

Tenía la mala costumbre de olvidar bien cogida. Le gustaba olvidar, como hacen los peces, así era todo más divertido, distinto. Su filosofía era sencilla, si lo olvidaba es que no era muy importante.
 Pero llegó un momento en el que se olvidó de olvidar, y su teoría no funcionó más.

#3 Libre, fragmento de una historia.


Black Maiden

Práctica 9; Microrrelato

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Práctica 9; Microrrelato 

Las olas rompían incesantes mientras lo veía desaparecer en el agua. Era algo mágico y a la vez triste, pues supe que nunca volvería a ver ni a mi padre ni al torbellino.

(50 palabras – con golpe de efecto – drama)

Todos los días se colocaba en la misma esquina, frágil, pero a la vez dura, curtida, como el cuero al que han dado mucho uso. Ese color escarlata realmente realzaba el color de su piel, y en esa sonrisa se reflejaba toda su seguridad, más todo esto era solo apariencia, pues sus uñas la delataban. Quizás su corazón pertenecía a alguien, o perteneció, pues no daba señales de apego o amor. Un alma por siempre solitaria tocando corazones que no quiere poseer.

(160 palabras – sin golpe de efecto - biografía)

Siempre cámara en mano, intentando reflejar aquellas cosas que a simple vista pasan desapercibidas o… no se ven. Aquel terrible accidente se llevó a mucha gente, pero aún quedaban los escombros, no encontraron a nadie vivo. Cojo la foto de hace 50 años y la miro detenidamente… y una vez más me pregunto qué habrá sido de aquellos ojos de mirada incesante y esa mano borrosa.

(160 palabras – con golpe de efecto – terror)


Aitor

martes, 14 de abril de 2015

Práctica 9; Microrrelato

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Práctica 9; Microrrelato
CRASH
La motocicleta despedazada tenía mejor aspecto que Laura. “Tú se la compraste” “Tú no querías llevarla a los sitios”. El resentimiento era tan grande que no pudieron volver a mirarse a los ojos. En otro mundo el que Laura saliese con una jamaicana era lo peor que podría suceder.





Perdona que interrumpa un minuto tus lecturas. Mi nombre es Aquiles Stromb y necesito ayuda. La reina nido ha eclosionado en Buenos Aires, temo por cada alma del planeta. Estoy alargando al máximo el segundo en el que veo la eclosión para mandar este mensaje: Necesito que pongas la mano en la pantalla u hoja de papel donde leas esto. Cierra los ojos y di mi nombre (si tienes vergüenza espera a que no mire nadie) sentirás que pierdes pie un segundo, pero necesito reunir toda la fuerza posible para un único golpe. Gracias, seas quien seas y estés cuando estés.

Bzzzz
La ciudad es una gran colmena en la que hay zánganos, obreras, crías soldados y un 1% de reinas. Zumbando de aquí para allá levantan su mundo amarillo y negro y mantienen la colmena. ¿Crees que las abejas que el apicultor les roba la miel? ¿Qué se dicen cuando grandes secciones del panal son quitadas? ¿Le dan un sentido a su trabajo o a la vida en general? ¿Por qué tú eres mejor que una abeja? ¿Quién es tu apicultor?
Jarl

Práctica 9; Microrrelato

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Práctica 9; Microrrelato

La cajita de música

Al despertar escuché su voz, y pensé. Mi vida es como una cajita de música que se pone a sonar cuando le hacen algo de caso. Conforme se alejaba de nuevo, la musiquita acabó por apagarse.

Máximo de 50


El espejo 

Cada vez que miro al espejo veo a ese monstruo horrible y deforme en el que me he convertido. Intento apartar la mirada pero la culpa no me deja. Desde el otro lado ese ser malévolo me devuelve una sonrisa que intenta salirse con la suya: recordarme un pasado del que nunca podré huir. Las cicatrices que dividen mi cara salen de la piel y se esparcen por el resto de la habitación, parcelando mis facciones como si de un engendro me tratase. El ojo izquierdo de mi reflejo mira a mi derecho, mientras el derecho se va al horizonte. Me muevo un poco y mi imagen se desenfoca, volviéndose un maremoto turbio de distintas facciones separadas danzando por el espejo. Esas cicatrices me pesan como una condena, esas cicatrices negras que llegan hasta el marco del espejo…  ¡Espera un momento! El espejo está roto…

Máximo de 160 con golpe de efecto


Extra:

Por más que lo intentó, no consiguió que ese gato callejero abandonara su corazón.

Máximo de 50 palabras 


Extra 2: homenaje a “El dinosaurio”


Cuando despertó, el gato seguía en su regazo.

Montag

Práctica 9; Microrrelato

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Práctica 9; Microrrelato

Luces y acción.

Mi vida siempre fue humo y cenizas. Teatro y engaño en un baile de impostores entre copas de champán francés. Una madeja de mentiras, señuelos y medias verdades. Un tránsito frenético entre la tinta del calamar y un borrón deshilachado de guion y bambalinas. Pero a diferencia de la dramaturgia, las billeteras repletas o las hordas de fanes, mi sensación de soledad no lleva máscara.


Mi cocaína.

El polvo blanco me alejó de todo. Confiscó mi juventud, profesión y sustento. La primera vez fue en  aquella fiesta en la que modelos y caníbales de hocico albino la devoraban enardecidos. Te engancha poco a poco. Te ofrecen y te rindes. El azúcar arruinó mi vida. (Golpe de efecto).

Carla.


Carla corre ensangrentada. Ella y su machete. Carla corre hacia ti.


Héctor Puente Bienvenido

Antología breve de lo que no es amor

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Práctica 9; Microrrelato

Pretérito imperfecto.

Todo tiene un valor, y nada es blanco o negro. Es la diferencia entre que llovizne y se desate una tormenta. A veces es una diferencia obvia, otras, no tanto. No es lo mismo besar en sueños que besar sin ser correspondido, besar apasionadamente que estar a punto de besar, haber besado que poder besar alguna vez. Si quisiste besarme, me besaste mucho; si nunca te atreviste, no fue poco tampoco.
Para eso existe la palabra. Podría preguntarte, y tú me lo dirías. Pero es que nunca me ha gustado el cine en blanco y negro, y el valor del pretérito imperfecto es, precisamente, su gris.

Una escena cualquiera. 160 palabras.


Microrruptura.

Ayer, te pregunté en qué estabas pensando.
No respondiste nada, y te quejaste:
“Odio esa pregunta”
Yo me quedé pensando en cómo eras y dijiste:
“¿En qué piensas tú?”
No dije nunca mayor sinceridad
que “en nada”.

50 palabras, sin golpe de efecto (opcional).


Duerme, duerme profundamente.

50 palabras, con golpe de efecto.
“El buen amante espera eternamente”
Un mechón de pelo rubio atado al cabecero de la cama.
Su anfitrión duerme profundamente. En frente, sobre la cómoda, el retrato grabado de una joven con moño. Un mechón irregular le cae sobre la frente.
“El buen amante espera eternamente” pone sobre la lápida.


Julia Concepción Gutiérrez

lunes, 13 de abril de 2015

Práctica 9; Microrrelato

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Práctica 9; Microrrelato

Memorias de un asesino
“Mátala” gritó, mis tímpanos retumbaban con el eco de aquella orden caprichosa, pero ello me fue indiferente. En mi cabeza había una serenidad inmensa, apreté el gatillo y disparé, mirando a mi presa a los ojos, viendo con claridad su vida apagándose… Quería más.
Microrrelato con efecto al final; ¿matará al que tenía al lado?
Esquizofrenia
Me están mirando, lo sé, lo siento. Me persiguen. Por mucho que corra, ellos me encuentran. No puedo dormir, al cerrar los ojos los oigo burlarse, quejarse, enfadarse… Y entonces mi cuerpo se siente extraño, vomito bichos por la boca, siento que mi cara se deforma y mis piernas y brazos se paralizan. No puedo salir, estoy sucia, ellos me lo dicen. Tengo miedo de irme pero tengo miedo de quedarme. A veces pienso en abrirme la cabeza y sacármelos, el médico dice que no son reales pero yo se que están ahí.
Microrrelato, trozo de historia
Sentidos
Yo solo escucho y pienso, pero rara vez habló. Reflexiono en muchas cosas. Si nací con dos ojos, como el resto, ¿porque mi suerte se agotó apenas comencé a aprovecharla?, ¿porque solo tuve la oportunidad de mojarme los labios? Preferiría no haber nunca probado tal fortuna, así no la añoraría. Pero tengo un aliado, es lo que me salvó del infierno, notó como me sacude el cuerpo, como la brisa me acaricia el cuello o me ondea el cabello, veo sus formas, su fuerza... Y me siento feliz, viva. Me paso el día en el jardín, leyendo con las manos. Mis manos son mis ojos, el viento la representación de mi existencia.
Microrrelato, trozo de historia

Cristina Torres

jueves, 9 de abril de 2015

Taller de Escritura ¡Nueva Reunión!

11 comentarios :
Esperamos que esta vez no haya contratiempos y podamos hacer la reunión.
Las fechas que se barajan son:

  • ·         Martes 14 de abril (17:00 h)
  • ·         Miércoles 15 de abril (17:00 h)
  • ·         Jueves 16 de abril (17:00 h)
  • ·         Viernes 17 de abril (12:00 h) o (17:00 h)
  • ·         Lunes 20 de abril (18:00 h)
  • ·         Martes 21 de abril (19:00 h)


Recordad que podéis votar escribiendo en esta misma entrada y poniendo vuestro pseudónimo. Podéis elegir varios días. Se optará por el día más votado.

Si no podéis venir no pasa nada, este taller es online, aunque nos encantaría poder contar con la presencia de todos.

¡Nos vemos allí!

martes, 24 de marzo de 2015

Cambio fecha Segunda Reunión

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Aunque ya sabíamos que esta semana era difícil tener una reunión en la facultad debido a las huelgas universitarias, queríamos hacer la reunión lo antes posible. Sin embargo en vista de que hoy han cerrado las facultades y mañana no hay previsión de una tónica distinta, nos vemos obligados a posponer la reunión.

Por un lado nos da mucho coraje, pero por otro entendemos la situación perfectamente. Por lo cual tenemos que posponerla a después de Semana Santa (ya que no hubo votaciones para el jueves).

No obstante esta misma noche se enviará el correo con el siguiente ejercicio.

Sentimos todos estos problemas que han podido causaros tantas molestias desde El Taller de Escritura Creativa.

Muchas gracias.

Un saludo.

martes, 17 de marzo de 2015

Segunda reunión del taller.

8 comentarios :
Como ya ha pasado mucho tiempo es hora de reunirnos. Dejaremos abierta las votaciones hasta el domingo 22 para que tengáis tiempo de pensaros cuándo preferís.

Lo más seguro es que la reunión se haga en la facultad de Políticas y Sociología de Somosaguas como ocurrió la última vez.

La hora sería a las 17:00.

  • Martes 24 de marzo
  • Miércoles 25 de marzo
  • Jueves 26 de marzo
  • Dejarlo para después de Semana Santa (en ese caso se haría una votación en un par de semanas).
Ya sabéis que para poder votar sólo tenéis que escribir un mensaje en esta entrada con vuestro pseudónimo del taller y las fechas que preferís para el mismo. Se elegirá siempre beneficiando al mayor número de personas. Podéis elegir varias fechas.
La reunión tendrá el siguiente orden:

  •   Debate sobre cómo está funcionando el taller.
  •   Actividad y corrección de la misma. (2 si da tiempo).
  •   Preguntas y sugerencias.

La fuerza del destino

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Práctica 8; Humor.
En mi vida, solo he recibido una carta de amor. Y no era tuya.
Lo intenté, Marta, de verdad que lo intenté. ¡Mírala! Está aquí.
Antonio se sacó un sobre arrugado del bolsillo de la chaqueta. La lluvia lo había empapado de tal manera que en las esquinas inferiores se transparentaban las palabras del papel. El servicio de correos se la había devuelto con años de retraso.
Marta respiró profundamente y miró a un lado. Su perfil altivo le decía que no iba a escucharle. Que aún seguía sentado en el sofá de su casa, pero que la puerta estaba cerrada desde hacía tiempo. Había contestado a su correspondencia solo por amabilidad.
Dame tus mejores deseos para el bebé, y vete.
Que seáis felices.
Contrariado, se levantó bruscamente y caminó hacia la puerta. Su mal carácter era una de las cosas que Marta nunca había soportado, aunque ella lo tuviera aún peor. Pero ya no había necesidad de cambiar, ya no había vuelta atrás. Tres años de distancia y su propia estupidez habían acabado con todo.
Cuando bajó a la calle, la lluvia y la noche cayeron sobre él. Toda la ira de que había necesitado para llegar hasta ahí, en un momento, se esfumó. Esperando que nadie estuviera por la calle a las dos de la mañana, se sentó en el bordillo de la acera y enterró la cara entre las manos. El agua que se dirigía hacia el alcantarillado comenzó a escalar por sus calcetines, pero no le importó.
A unos cuantos metros, un bar aún permanecía abierto y por sus ventanas se escapaban las notas de la última canción de Michael Jackson, She's out of my life.
Marta como madre soltera. Parecía una pesadilla; aunque no le habría extrañado que después de su relación hubiera querido hacerse lesbiana. Asqueado por el devenir de sus pensamientos, negó con la cabeza y se incorporó. Y en frente de él, como en una revelación, vio el cartel encendido de una lavandería.
Había visto esas cosas en pelis yanquis. Extrañado, se acercó. Sus pasos resonaron en la calle solitaria y se sumaron al murmullo de la lluvia. Ya comenzaba a sentirse más tranquilo.
“La lavadora de los deseos. Ven y límpiate por dentro” Era el eslogan, sobre un fondo rosa.
Intentó ver a través de las cristaleras, pero el local estaba casi en penumbra. Se acercó a la puerta y vio que en efecto, estaba abierto. Dudó durante unos instantes, pero se encogió de hombros y entró.
Antonio... - escuchó una voz ronca.
¡¿Eh?! ¿quién es?
De golpe, varios fluorescentes iluminaron la habitación. Un motero gordo y andrajoso estaba apoyado contra la pared de en frente, de espaldas a él.
Perdona, habían vuelto a saltar los fusibles.
¿Cómo sabes mi nombre?
Tu camisa. Trabajas en el McDonald's, ¿no?
Antonio suspiró, aliviado. Aquella no era una de esas historias en que un despechado se encuentra con una adivina que le ayuda a recuperar su amor.
El motero, que llevaba pendientes en ambas orejas, se acercó trabajosamente hasta el mostrador y se sentó. El olor de sus brazos desnudos, llenos de tatuajes, golpeó a Antonio.
Y bien, ¿qué querías?
Eeeeh... Nada, solo preguntar. En el cartel pone que lavan por dentro. Será un eslogan, supongo.
¿Es que te sientes sucio?
Eso es algo privado.
El hombre grueso dio una palmada que casi tiró el mostrador y rompió a reír.
¡Qué poco sentido del humor, Antonio!
Perdona, creo que ya me voy.
Antonio se dio la vuelta, avergonzado y sorprendido por el camino retorcido al que le habían llevado los acontecimientos. Pero cuando tenía la mano en la puerta, el motero dijo:
Entonces, ¿no quieres viajar en el tiempo?
¿Cómo dices?
Nada, es que ahí en la acera, parecías un tanto deprimido. Pensé que necesitarías una ayudita. Si no no habría abierto la lavandería.
¿La has abierto para mí? No entiendo nada.
Solo abrimos cuando sabemos que alguien va a venir.
El motero, que ahora estaba recostado contra el borde del mostrador, se cruzó de brazos y le miró con cara de circunstancias.
¿Si me pusiera un turbante y fuera una mujer negra te convencería más? - inquirió.
Antonio consiguió sonreír.
Es que... no entiendo mucho de qué va todo esto.
Mira, chaval, te metes en la lavadora y te mando a donde tú me digas. Dos mil pesetas el año.
Antonio se quedó mirando las lavadoras que estaban alineadas contra la pared.
Efectivamente, si abría la tapa superior, podía llegar a entrar. Pero no quería acabar dando vueltas con la boca llena de jabón. Y viajar en el tiempo todavía no era físicamente posible.
¿Vas a quedarte pasmado toda la noche, o me vas a pagar?
Lo siento, es que...
¿Crees que te estoy timando?
Me temo que sí.
Bueno, pues ya me pagarás cuando vuelvas. Con un montón de vales de hamburguesas.
El motero se acercó a Antonio y le cogió por los hombros para empezar a empujarle hacia una de las lavadoras. Podría haberse resistido; pero el motero apretaba muy fuerte y Antonio tampoco valoraba mucho su propia vida.
Quítate los zapatos, es más cómodo.
El motero le pidió el carnet de conducir y el DNI, a fin de asegurarse de que volvería.
Antonio acabó en el corazón de esa máquina de metal, abrazado en posición fetal. Le habría gustado estar borracho para poder dormirse, pero supuso que el alcohol no entraba en la tarifa. Escuchó refunfuñar al motero mientras intentaba cerrar la tapa.
Espero que en el futuro cambien el diseño. Estaría mejor con forma de armario y muchos tubos de colores. ¿A dónde te llevo?
Mil novecientos setenta y siete.
¿Solo dos años, eh? Ts, sin el maldito Franco habríamos hecho mejor negocio. Nadie quiere ir más allá de mil novecientos setenta y cinco.
Antes de poder despedirse, el motorista había cerrado la tapa y sumido a Antonio en la total oscuridad. Su corazón comenzó a oprimirse de miedo. Habría sido mejor suicidarse de cualquier otra manera.
Supo que estaba dando vueltas, pero no sentía nada. Como cuando se acostaba demasiado deprisa y le parecía que la cama giraba y giraba. Y, antes de que pudiera palpar mejor cuanto había a su alrededor, la puerta volvió a abrirse y un chico engominado le ayudó a salir.
Son cuatro kilos. - le dijo en cuanto estuvo en el suelo.
Antonio tuvo que mirarle a los ojos para darse cuenta de que seguía siendo el motorista, solo que con camisa y corbata. Y sin tatuajes.
Me dijeron que podría pagar después.
¡Puto yo del futuro! ¡joder! ¡No hace más que arruinarme!
Antonio compuso una sonrisa de disculpa y se dispuso a dejar el establecimiento, cuando el
premotorista le agarró por el brazo y le dio una tarjeta.
Lee esto y no la cagues.
“Instrucciones para los viajes en el tiempo.
Primer paso. Cómprate unos zapatos.
Segundo paso. Aségurate de no encontrarte con tu pasado yo. No aseguramos contra la apoplejía y la muerte instantánea.
Tercer paso. El pasado siempre seguirá intentando ser como era. Las fuerzas del destino tratarán de que todo te salga mal. No te plantees cosas complejas.”
Cuando Antonio salió de la tienda, estaba eufórico. Solo tendría que dejar una carta en el buzón de Marta, que vivía en el edificio de en frente, para que dejara de pensar que se había olvidado de ella durante su estancia en la universidad. Y ya no tendría una aventura con otro hombre, ni estaría decidida a dar a luz a su hijo. Seguirían juntos y probablemente se casarían, sin que el servicio de correos hubiera perdido su correspondencia y lo hubiera impedido.
Se compró las chanclas más baratas que encontró, junto con un taco de folios, un sobre y un bolígrafo. El bolígrafo no pintó, porque era un de un Todo a cien, así que tuvo que acercarse hasta una papelería, pero esos fueron todos los altercados. Al fin y al cabo, la suya era una tarea sencilla.
Cuando hubo acabado, decidió adjuntar la letra de She's out of my life. “He escrito esto pensando en ti. Se lo he enviado a Michael Jackson, pero no creo que me conteste”. Antonio 1; Tom Bahler, 0.
Metiendo el sobre en el buzón, creyó ser el hombre más feliz del mundo. Aunque tuviera que volver a meterse en la lavadora y que darle cien vales al motorista que le costarían más de un mes de trabajo.
Cuando regresó al tiempo presente, ya eran las tres de la mañana. Pero, teniendo en cuenta que Marta seguiría siendo su novia, si es que no vivían juntos, no le importó llamar a su timbre. No respondió, pero insistió, y finalmente una voz somnolienta le contestó por el interfono.
- ¿Es una broma pesada?
- Marta, ¡abre! ¡Soy yo, Antonio!
- ¿¡Qué haces aquí?!
- ¡Ábreme!
- ¡Estás loco!
Un pitido le indicó que ya podía pasar. Marta le esperaba con un camisón de margaritas que ya llevaba con dieciséis años, según podía recordar, y el pelo revuelto. No tenía una expresión altiva, sino confundida, lo que resultó una buena señal para Antonio, que entró sin pedir permiso y se dejó caer en el sofá.
- Tenía ganas de verte. - dijo.
- ¿Después de dos años? - inquirió Marta con ironía.- ¿Has venido por lo de mi hijo?
- ¿Qué hijo?
Marta puso los ojos en blanco.
- Te lo dije en las cartas, ¿no las has abierto?
Antonio se quedó paralizado. Es como si estuviera viviendo, de nuevo, la horrible escena que tuvo con Marta antes de entrar en la lavandería. Pero no, no podía ser. Porque había viajado al pasado y se había asegurado de meter bien la carta en el buzón. Las cosas no podían continuar como si nada. Marta no se podía haber sentido sola, ni haber dado por finalizada su relación. Ni haber intimado con otro hombre.
- Yo... te envié una carta. En la universidad. No entiendo por qué... ¿Por qué ya no estamos juntos? - balbuceó Antonio.
- En mi vida, solo he recibido una carta de amor. Y no era tuya.
Antonio se sintió como si esa frase le hubiera partido por la mitad.
- ¿De quién? ¿quién te escribió?
- Eso no es asunto tuyo.
Marta bajó los ojos y se ruborizó.
- ¿No sabes de quién es? - adivinó Antonio.
- No. Pero era muy real. Me escribió una canción.
Antonio sintió que le faltaba el aire. No había firmado la maldita carta. ¡El destino se la había jugado, no con un bolígrafo de los chinos, sino con su propia estupidez! Y todo lo que había dicho, sus sentimientos en primera persona, eran puro lirismo, puro amor. No había ninguna referencia al mundo material. Marta no había podido suponer que fuera suya, no tenía razones para hacerlo.
- Fui yo. Yo te la escribí. She's out of my life.
- Ya. Justo la que lleva sonando toda la noche en el bar de enfrente. ¿Qué te hace pensar que me escribirían una canción de Michael Jackson?
- Pero es cierto, ¿no?
- Eres patético.
Los ojos de Marta estaban vidriosos. Y Antonio pudo saber que no era solo por el enfado, sino también por la humillación de creer que él había adivinado la canción.
- ¿No vas a creerme, verdad? Es el destino.
- No, Antonio, no te creo. Y no es el destino, es que eres estúpido.
Antonio negó con la cabeza, incapaz de creer lo que estaba pasando, pero se levantó, dispuesto a marcharse. Desde la ventana, todavía veía el cartel rosa de la lavandería.
- Si esa carta hubiera sido mía... ¿Qué habría pasado?
Marta resopló, impaciente. Solo quería que aquel extraño saliera de su piso.
- Nada. No puedes cambiar el pasado con una simple carta.
Julia Concepción Gutiérrez

El viejo y el bar

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Práctica 8; Humor.
 
-Venga, necesito que me diga algo convincente. Necesito saber si mi carrera como escritor tiene futuro o si debería retirarme ya, suicidarme, esas cosas que hacen los escritores.

-Tenga paciencia, que sea vidente no significa que mis servicios sean exprés. Le voy a decir lo que veo en las cartas, y a partir de eso iremos desentrañando su futuro. ¿De acuerdo, señor H.?

-Sí, sí, venga.

- Veo que fue usted soldado, lo que, supongo, le proporcionó bastante material para escribir. 

-Ese camino se agostó. He escrito sobre guerras, sobre heridas de guerras, sobre amor en la guerra…

-¿Por qué no le escribe historias de amor a su esposa? O poemas, o pequeños relatos…

-¿A cuál de todas?

-Pues a la actual, supongo… Cómo va usted a escribir a su ex mujer, hombre de Dios.  Eso hágalo solo si quiere aumentar la lista de ex esposas. 

-Qué se yo. Necesito inspiración más rápido. Ya se nos han ido los veinte dólares de la primera hora.

-Vamos a necesitar unas cuantas, me temo… A ver, cuénteme más cosas de su vida, qué le gusta hacer en sus ratos libres, cuáles son sus pasiones…

-¿Eso no se lo dicen las cartas?

-Claro, claro. Mire, El colgado y la Emperatriz. ¿Le gustan los toros? ¿Por qué no escribe sobre corridas de toros?

-¿Pero usted ha leído alguno de mis libros? Escribí sobre los Sanfermines y tuve que darle todas las ganancias de ese libro a mi mujer para poder irme con otra, con la que ya no estoy, por cierto, así que no me hable de toros, leñe, y siga pensando.

-No guerra, no amor, no toros. ¿Por qué no una historia sobre un escritor fracasado que pierde a su mujer? 

-Hubiera sido una buena idea, pero se me ocurrió a mi solito en los años 30. Dígame algo que no sepa, señora.

-Que harán película. Con Ava Gardner como esposa muerta.

-Ojalá mi esposa se hubiese parecido a Ava Gardner.

-Escuche, señor. Ya lo tengo: dedíquese a la pesca.

-¿Tan mal ve mi futuro…?

-No, no. Ganará el premio Nobel por escribir sobre un viejo que pesca, señor Hemingway. Siga escribiendo. Son 43 dólares con 58 centavos. Que tenga un buen día.

Black Maiden