domingo, 11 de enero de 2015
Cocina y literatura
Práctica 5; Escribir para alguien concreto
Tuve
mucho cuidado al derramar el aceite, era el último
ingrediente a verter sobre el preparado para las magdalenas. Cuando hago esos
pequeños bollos pienso en Proust, y en su tiempo perdido. Llevo años maravillada
de cómo, a través de un sabor, de un bocado, era capaz de rememorar su niñez,
la casa de su tía y aquel postre de su infancia.
Siempre
que cocino intento poner el alma en los platos. Solo hay dos cosas que me
gusten tanto: la cocina y los libros. Los dos nos alimentan, unos nos llenan el
estómago y otros el corazón. Describir la comida es un arte, y solo la fantasía
y el punto de irrealidad que caracteriza la literatura consigue capturar la
esencia de una comida que nunca podremos degustar. Ambos entran por los ojos,
pero cuando vemos una fotografía de un pastel desconocemos su sabor, no puede
transmitirnos un olor, ni percibimos con claridad la textura. Sin embargo, es
imposible no imaginarse a la perfección cómo le sabían a Lázaro los pedazos de
pan que robaba a su amo para escapar del hambre. Cómo no creernos Alicia
devorando un diminuto pastelillo en el que con grosella estaba escrito
“cómeme”. Recuerdo a qué sabía el pavo de Cuento
de Navidad porque lo leí una vez. Cuando preparo garbanzos me acuerdo de
Benito el garbancero y mi profesor de literatura, y cada vez que corto una
cebolla voy a por mi hija pequeña y le leo la nana de Miguel Hernández. Doy
gracias a Dios porque ella nunca sabrá a qué sabe la leche de cebolla.
Jamás
me ha fallado el guiso de la Afrodita
de Isabel Allende con mi marido, el guiso de la reconciliación, lo llama, mano
de santo. Nunca sabré si es verdad, pero él ya lo asocia con mi forma de pedir
tregua. Cuando mi hijo me dice que está harto de lentejas lo reprendo: Don
Quijote las comía todos los viernes, aunque sé que tal vez no es el mejor
ejemplo. A mis alumnos de cocina siempre les digo que lo único que necesitan
para cocinar es la imaginación, y que nada la desarrolla tanto como un buen
libro. Suelo pasar por la biblioteca del barrio antes de ir a clase, y
escudriñan el nuevo libro cada jueves por la tarde, extrañados de que no sea
uno de recetas. <<Créanme>>, les digo, <<las mejores recetas
las saco de los libros. No están escritas, pero las puedo imaginar, y luego las
imito>>.
Biblioteca Pública
Black Maiden
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
Me ha gustado mucho. Quizás, no es una gran historia, ya que realmente no pasa nada. Pero realmente consigues crear un personaje cotidiano, creíble y con personalidad. Además, creo que encaja perfectamente con el público al que va dirigido, lo cual era el objetivo del ejercicio.
ResponderEliminar