martes, 17 de marzo de 2015

Night Club

No hay comentarios :
Práctica 8; Humor.


Mi amigo Mitch, algo preocupado, no dejaba de insistirme en que volviésemos al hotel. Nos habíamos pasado la noche en los locales de moda de la ciudad tratando de ligar, pensando los dos que nuestro acento y anécdotas resultarían irresistibles.

Durante la noche nos habíamos acercado a un grupo de amigas que se reían continuamente mirándonos y que, interpretamos como una señal perfecta. Nos tomamos una copa para soltarnos y nos acercamos a ellas, solo para descubrir que 4 personal trainner (que aparentemente es gente que te enseña a sudar, por si la naturaleza no ha logrado darte sobacos), parece ser que habían estado haciendo comentarios sobre la forma en la que llevábamos los pantalones. La moda es llevarlos bajos ¿qué mas da que se vea la autopista a Despeñaperros si nos agachamos un poco?

Después vi a una chica que llevaba unos auriculares enormes, eran tan grandes que parecía la Dama de Elche. Una persona que se pone semejante armatoste para estar en un pub solo puede querer no estar ahí ¿Y que le puede dar una buena excusa? Ligar con un chico guapete como yo. Así que una copa para quitarme la timidez después, algo cargada de algo que no era precisamente de marca. Por no alargar el sufrimiento: a ella no le interesaba estar ahí, no le interesaba hablar con nadie y no le interesaba yo. Sobretodo yo. Especialmente yo.

Mitch y yo estábamos ya en ese momento en el que solo había dos opciones, tratar de continuar la fiesta y descubrir hasta donde te lleva o rendirte y volver a casa con los pantalones oliendo de alguna manera inadecuada. Así que tomamos la opción mas inteligente y entramos al siguiente local, un irlandés especializado en vodka.

Quizá fue por el alcohol, o quizá por una deuda karmika aún sin pagar, pero Mitch tuvo un golpe de suerte cuando comenzó a hablar con un uno de los gorilas del sitio. El hormonauta resultó ser una persona bastante divertida que nos invitó a un trago mientras Mitch y él hablaban de una extraña banda de Folk con clavicordios. Aprovechando la amistad del gigante alegre le pedí que me presentase a la camarera. Viendo que mi amigo estaba siendo mucho más interesante que yo, gracias a conocimientos inesperados acerca de músicos que habían hecho una competicion de extravagancia entre sus bigotes y sus instrumentos, intenté demostrar un poco de cultura hablando de algún pensador sueco. Resultó que la camarera estudiaba filosofía, habría sido un punto a favor para intentar ligármela (u otro trago gratuito) de no ser porque rápidamente la conversación derivó en cómo las mujeres son usadas como objetos por los hombres. Tras dos copas extra, esta vez sin garrafón, y sintiéndome muy malo conmigo mismo por haber intentado hablar con ella Mitch y yo salimos del local para que nos diera un poco de aire fresco.

Y eso nos lleva a este momento. Mitch me estaba diciendo que estábamos demasiado borrachos para continuar y yo le explicaba que lo único que necesitábamos era vaciar la vejiga contra unos cubos de basura para poder volver a llenar el tanque de combustible. Mientras hacíamos esto le explicaba que si estuviéramos tan borrachos que tuviésemos que irnos a casa no podríamos saberlo, porque estaríamos demasiado borrachos. Así que, por pura lógica no estábamos lo suficientemente borrachos para retirarnos. Entonces Mitch miró con cara rara mis pantalones.

En mi mano derecha sujetaba uno de mis testículos, asomado por la bragueta de los pantalones y apuntando a uno de los cubos, mientras la mancha que demostraba que me acababa de mear encima se expandía.

Y entonces Mitch y yo nos volvimos al hotel.
Jarl

No hay comentarios :

Publicar un comentario