domingo, 11 de enero de 2015
Fin de la partida
Taller de Escritura
14:23
Escribir para alguien concreto
,
Julia Concepción Gutiérrez
5 comentarios
:
Práctica 5; Escribir para alguien concreto
La figura femenina de Juan se materializó frente a mí.
– ¡Joder, tío, avanza de una puta vez!
No podía tomármelo en serio; no con esas enormes tetas que
había elegido para su avatar.
Decía que así le ayudaban más usuarios online. Pero yo creo
que en el fondo la apariencia le gustaba. Si no, los caracteres “macho-alfa23”
no flotarían en rojo sobre su larga melena rubia.
Asentí y me moví. Tenía que hacer de retaguardia para mis
compañeros, porque se me daba bien el tiro a larga distancia. Cuando fue
necesario, cambié de ametralladora y me cargué cuatro soldados rusos.
Comenzaron a sonar los tambores. Parpadeé, y mi personaje se
quedó paralizado. Odiaba esa banda sonora. Me crispaba los nervios, ¿a nadie
más le afectaba? Busqué el brazo de mi amigo Juan, a mi lado, en el sofá, y lo
apreté.
Se sobresaltó. En el juego, su figura tetuda agitó los
brazos.
– ¡Tío, te he dicho mil veces que odio eso!
– Perdona.
– ¡Nos van a masacrar, joder!
Era cierto. Mi personaje convulsionó al ritmo de las balas que
lo atravesaban. Asqueado, me quité el casco de simulación virtual y lo tiré al
sillón que había frente a mí.
Juan, que se lo estaba tomando más tranquilamente, lo dejó a
su lado y comenzó a retocarse el pelo con los dedos. Cuando me miró, empezó a
ponerse serio:
– ¿Estás bien?
– Sí
– Estás rojo.
Me miré la camiseta, que estaba empapada en sudor. Sonaba
estúpido, pero por alguna razón esperaba estar sangrando de verdad.
Dios, cómo odiaba los avances tecnológicos.
– No vamos a acabar la película nunca. - me recriminó Juan.
– Tampoco era para tanto.
– Yo quería saber qué pasaba con el cofre. ¡Joder tío, solo
era una hora de juego!
– Lo siento...
– Déjalo.
Estuve a punto de decirle que se mirara un documental de la
segunda guerra mundial. Al fin y al cabo no era tan difícil saber cómo iba a
acabar la puñetera película.
Pero en el fondo sabía que no nos entendíamos. Esperé pacientemente
a que se terminara el último trozo de pizza y se marchara. Esa amistad era pura
inercia. Prefería estar solo.
Siempre era así como acababan las cosas. Había comprado tres
películas distintas y otros tres cascos de simulación. Había sido un pastón.
Había jugado vía Internet. Durante horas. Y no había conseguido acabar ni una
sola.
Las misiones eran una tortura para mí. Cuando por fin llegaban
los cortos de animación, suspiraba y me recostaba contra el sofá. Era mi parte
favorita; el cine antiguo, el cine en el que no tenía que intervenir. Porque
era un cobarde. Eso es lo que habían dicho mis compañeros de instituto en su
día, que era un cagueta, un soso y un imbécil. Por eso ahora tenía tan pocos
amigos. Y Juan pronto dejaría de ser uno de ellos.
Cansado, me desvestí, me tomé una ducha rápida y me fui a la
cama. Mi refugio. Mi tranquilidad. Mi maravilloso cine. Mi película de sábanas
blancas.
En mis sueños, apareció una chica rubia. No una como el
avatar de Juan, desproporcionadamente desarrollada y vestida de cuero; sino una
de verdad. No pasaba nada. Hasta en mis sueños era un cobarde. Pero al menos
eran sueños agradables.
Al día siguiente, envié un mensaje a Juan. No quería volver
a estar solo. Quería tener, al menos un amigo.
Quedamos en Gran Vía para ir al Burguer. Lo agradecí, porque
no hubo cine ni películas de por medio, y porque pudimos dar un paseo realmente
agradable. La conversación de mi amigo no me entusiasmaba demasiado, pero era
mejor que no tener a nadie. Al final, de puro aburrimiento, dimos unas cuantas
vueltas y nos metimos al metro justo antes de que cerrara.
No había nadie en el andén a esas horas, y menos en pleno
invierno. Solo quedaba un tren más antes de que se acabara el horario. Dos
bancos más allá, había una chica enfundada en un grueso abrigo, apoyada contra
las baldosas blancas y verdes de la pared. No podía verle la cara, pero tenía
el pelo rubio, así que me sonreí y volví a mis dulces sueños, sin escuchar una
mierda de lo que Juan me estaba contando.
Los diez minutos pasaron muy rápido: solo me di cuenta de
que ya venía el tren cuando la chica se levantó y se acercó a las vías. Cuando
ya oíamos el traqueteo de las ruedas, y unas luces brillantes se entreveían en
las profundidades de los túneles, se tiró.
Juan ni siquiera pareció verlo, porque me estaba mirando a
mí, en dirección contraria.
– ¡Se ha tirado, la chica se ha tirado! - farfullé.
Mi amigo volvió rápidamente la cabeza y allí la vimos. Echa
un rebujo, expuesta sobre las vías metálicas como un trofeo a una bestia
sangrienta. La melena rubia extendida sobre el suelo gris como un rayo de Sol.
Juan miró las luces del tren, con la boca abierta. Parecía
una estatua. En ese momento lo comprendí: no era capaz de moverse. Asustado, le
apreté el brazo, como cuando estábamos jugando en el sofá. Y no hallé
respuesta. Íbamos a perder.
– ¡Joder, tío, muévete! - le grité.
Le empujé lejos de mí y eché a correr. Todavía podía darme tiempo.
Salté sobre las vías en mitad de la carrera y aterricé de una forma que creí
que se me iban a romper los huesos. La chica debía de haber perdido la conciencia,
porque no solo no se resistió, sino que no movió un solo músculo. Tenía los
ojos cerrados.
Las luces del tren iluminaron su cara e hicieron arder su
pelo rubio. Supe que se iba a interrumpir la película, pero por una vez estuve
contento, porque iba a conocer su final. No me daba miedo la muerte, la
prefería a las balas rusas.
A día de hoy sigo aquí. Atrapado con ella para siempre en mi
valiente cine de sábanas blancas.
Julia Concepción Gutiérrez.
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Me temo que, pese a lo mucho que me gusta como escribes, este relato no me ha convencido demasiado. La historia da algunos bandazos poco claros, el personaje principal está bien pero tampoco tiene demasiado y la mezcla de cine y videojuegos no tengo muy claro que encaje con el público objetivo. Además, te olvidaste de la frase con la que tenía que comenzar el ejercicio, acerca del aceite.
ResponderEliminarSin embargo, creo que esto todo ha sonado más duro de lo que merece el relato. Está bien en términos generales, simplemente supongo que me parece que está por debajo de tu nivel, pero el relato es entretenido y el final trágico siempre gusta.
Espero que este comentario te llegue, no como el resto de los que te he mandado.
ResponderEliminarCreo que libros, cine y videojuegos tienen muchas cosas en común y que inevitablemente experimentarán con formas de contacto en el futuro. En cualquier caso, no era por eso por lo que tenía que interesar al público, sino por el debate acción ficticia/ acción real y los elementos visuales.
Tienes razón: la frase inicial se me olvidó por completo (no me acordé de ello hasta que el blog me respondió al mensaje) y los cambios de escena aún son un poco forzosos.
Pero lo del protagonista sí que lo tengo que defender. Pretende retratar la inseguridad de una persona sensible; inútil para los superficiales códigos y rituales sociales, sincera consigo misma y con los demás, minusvalorada hasta el punto de mendigar cariño de quien no lo merece. Además, subraya la hipocresía de quienes pretenden presumir de unos ideales con actos que, o bien no son importantes en ese sentido, o no tienen nada que ver con el valor que pretenden tener. Creo que en conjunto me ha quedado más bien cálido, y perfilado.
En efecto, no me llegó ningún otro mensaje. ¿Dónde los mandaste? Porque si eran comentarios intento leerlos todos igual que los relatos (aunque ahora voy con retraso) y puede que se me hayan pasado sin darme cuenta, así que tocaría revisarlo porque igual se me pasaron más. :)
EliminarEstoy de acuerdo en la visión que tienes de las distintas artes, e incluso ha habido ya algunos experimentos y cruces al respecto (como las novelas visuales, a medio camino entre novela y videojuego). El problema es que, al menos en este caso, no tengo nada claro dónde aparece ese debate que señalas. Si es en la contraposición entre ser un héroe en los videojuegos y no serlo en el mundo real, no acabo de verle sentido: no somos la misma persona en ambos mundos, en uno hay consecuencias y en el otro no, de modo que no veo que haya una contraposición real ahí. ¿Van por ahí los tiros, o lo he malentendido?
En cuanto al protagonista, me parece que lo tienes mucho más trabajado en tu cabeza de lo que luego se traduce en el relato. Aunque todo lo que dices en la descripción que has hecho aquí encaja con lo que aparece en el relato, no es recíproco: hay muchas cosas señaladas aquí que yo al menos no noté cuando leí el relato. De ahí que el personaje me pareciese un poco flojo, que no malo, simplemente un poco hueco. Con la explicación tiene mucha mayor profundidad, sin duda, pero no acabo de ver que realmente todo esto salga en el relato.
Sí, eran comentarios, y yo misma vi que con el tiempo habían desaparecido misteriosamente. Si es que alguna vez llegaron a estar.
ResponderEliminarNo; lo que ocurre es que los seguidores de películas, libros y videojuegos, disfrutan y se sienten identificados con las tramas que siguen (en el relato, Raúl). Sin embargo, muchas veces ellos no son como sus protagonistas, no tienen valores, son inútiles en la realidad. Es una contradicción y mucha hipocresía. El protagonista es un inútil en los videojuegos pero tiene una capacidad de reacción en la realidad que lo hace muy noble. Mientras que su amigo está vacío, no puede moverse ante una situación de muerte real. No sirve de nada seguir unos ideales ficticios si no los vas a poner en práctica. Y no estoy hablando de ser Don Quijote, sino de aprender algo con las historias, simplemente.
Con respecto a lo del personaje, puede ser. No es la primera vez que me dirían que vivo en mi propia burbuja, y que todo está muy claro y definido aquí dentro, y que desde fuera no se ve casi nada. Intentaré dejarlo más claro la próxima vez.
Gracias.
Nada que agradecer, que para eso estamos. :)
EliminarYo me temo que no veo hipocresía en esa yuxtaposición, sino simplemente la debilidad humana. Una cosa es saber que estás en un mundo de ficción, en una historia, y otra tener capacidad de acción en iguales términos en el mundo real. Por mucho que te gusten las pelis de Steven Seagal (por poner un ejemplo) no necesariamente vas a ser un gran karateka. Y creo que es un error transplantar los roles de un lado al otro, aunque supongo que eso es un debate para un café. xD
En cuanto al personaje, creo que es algo que nos pasa a todos al escribir. Yo he tenido muchas veces ideas y cosas en mi cabeza que luego la gente no encontró en ningún lado del relato y, sin embargo, para mi eran importantes. No es trabajo desperdiciado, ni mucho menos, aunque todo eso en concreto no se vea reflejado directamente si que le da una consistencia y una presencia al personaje que se nota en lo que hace, en su propia coherencia y lógica interna, etc. :)