jueves, 12 de febrero de 2015

Juegos Letales

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Práctica 7; Acción.
Un paso. ¡Sangre! Otro paso. ¡Más sangre! Queda poco tiempo. En menos de 5 minutos mi vida acabará, y tengo que hacer algo, Rosa está aún en peligro.  Bajo las escaleras rápidamente hasta el teléfono, y marco el número. De los nervios pulso mal los números, ¡mierda! No es hora de ser torpe, haz algo con tu vida de una vez por todas.
Cada movimiento que hacía sentía el veneno más cerca de la sien. Sentía cómo atravesaba la barrera hematoencefálica. Era terrible.
Al tercer tono descolgaron el teléfono. – ¿Diga? – Su voz fue como maná en el desierto.
–Rosa, soy Jacinto.
– ¡Jacinto!, esperaba que me llamaras, veras…
– ¡No hay tiempo que perder! – La interrumpí. – Es de vital importancia que escuches…  – Ya casi no podía articular palabras. – Hay algo que tengo que decirte…
–Jacinto, ¿estás bien?, ¿pasa algo?, me estas preocupando.
–Mi flor, me voy, pero esta vez para siempre. He aceptado el cargo de investigación en Alemania (cof) – Otra buena cantidad de sangre. – Y no volveré. Tenías toda la razón, me importa más mi trabajo que las personas. – Pude sentir las lágrimas a través del aparato.
–Entonces, ¿no había nada?
–Nada en absoluto, puedes tirar todos mis regalos. – Esto me iba a doler más que el veneno.   –Hasta aquella estúpida flor.
En ese momento el teléfono se cortó. Pude adivinar casi a la perfección sus pasos: irá a la habitación y entre lágrima tirará la rosa liofilizada. ¡Salvada!
Tenía ya apenas consciencia del cuerpo, debía bajar al laboratorio, no pueden encontrar mi cuerpo. Abrí corriendo la puerta secreta, pero escuché lo último que quería escuchar en aquel momento. Alguien llamó a la puerta.
–Jacinto Peruviano, somos la policía. Por favor, abra la puerta, sabemos que está ahí dentro. No oponga resistencia, será peor.
No me podía poner nervioso, o el veneno ganaría. Abrí la doble compuerta del suelo, bajé las escaleras y, antes de que mi último suspiro llegase a ser el único eco de aquella sala, cerré la puerta.
Caí. Solo podía escuchar. “¡Vamos, vamos, vamos!” o “no puede haberse ido cerca” era lo poco que escuchaba. Cerré los párpados y pensé. Había dado mi vida por y para un maldito veneno, con lo bien que empezó todo. Salud, inmortalidad,… ahora carecía de sentido. Me había topado justo con lo contrario de lo que quería obtener.
De pronto me sentí mucho mejor, como flotando. Abrí los ojos, y vi todo igual, quizás más claro. Estaba en el suelo, había muerto. Ahora podía afirmar que la muerte está muy cerca de nosotros, ¿habría más difuntos por el mundo? ¿O es simplemente un paso breve sobre la tierra? Se me pasaron todas estas cosas por la cabeza pero había algo más importante, Rosa.
Fui todo lo rápido que pude. ¡Increíble!, aún no había colgado el teléfono. Habría algún tipo de desfase temporal. Ahí estaba, tan bella como el primer día de laboratorio. Subió los escalones, ¡tal y como yo decía! Abrió el arcón donde guardaba la rosa y… ¡Sí! ¡La tiró! Nunca me he alegrado tanto de conocer la reacción de la gente.
A salvo ya del veneno, que deposité en la rosa pensando que era el ansiado “elixir de la eterna juventud” que buscaba, ya no había peligro. Tampoco la buscaría la guardia secreta, lo único que sabe de mí es que he desaparecido. No soporto verla triste, pero menos muerta. Sentía que me desvanecía de nuevo, ¿habría cumplido con mis asuntos en la tierra?

Me iba, y la puerta entre el más allá y la Tierra se cerraba, pero de pronto pasó algo que no esperaba. Rosa cogió la estúpida flor de la basura y, con las lágrimas corriendo por sus mejillas, inhaló su perfume. Sentí como si volviese a estar vivo. Todo se rodeó de oscuridad. Mi corazón volvió a latir solo para pararse de nuevo. Rosa, pronto te veré de nuevo, y hasta ahora nunca me había disgustado tanto pensar en verte.
Aitor

1 comentario :

  1. Como relato, está bien, eso es innegable. Quizás el final es demasiado distante y desapasionado para narrar la muerte de alguien y cómo ese alguien ve que va a morir la persona que ama por culpa de sus propios fallos, pero si consigues crear un buen ambiente y entorno a lo largo de toda la historia.

    Sin embargo, me temo que falla por completo al objetivo del ejercicio. Se trataba de describir una escena de acción rápida, frenética y vertiginosa, y en este relato no hay ninguno de esos elementos. No hay acción, el ritmo es pausado y agónico (el personaje se está muriendo, al fin y al cabo), con una narración centrada en la reflexión y no en la acción. Es un buen relato, pero no es el que correspondería a este ejercicio.

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