martes, 16 de diciembre de 2014

Monstruo.

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Práctica 4: Describe un objeto cotidiano

Monstruo.

Sumidero de ilusiones, desilusiones, recuerdos y facturas.

Un metro y medio de metal pintado de amarillo, anclado al suelo de la calle muestra pintadas en azul una corneta, y una corona real. Le podemos encontrar normalmente por los sitios que la gente más frecuenta, a la vista de todos y al resguardo de su discreción. Parecido, realmente, a una seta nacida de los adoquines al servicio de todos, dotada con una gran boca rectangular por la que introducir sueños y misivas; funciona como una catapulta de mensajes buenos y malos hacia otras tierras lejanas.

Un hombre, complemento circunstancial de aquel día, cruza por delante, le da de comer y continúa su travesía sin percatarse en él, gentil funcionario.

Los días de lluvia, nieve o heladas no se mueve de su guardia, sino que permanece firme, con la boca abierta como siempre, pues nunca sabe cuándo van a necesitar de sus servicios los ciudadanos, o cuándo alguno de sus amos, de los de gorra y saco, va a decidir acudir a él y descubrir todo lo que guarda. No es una vida fácil, pero le conforta pensar en toda la gente a la que está haciendo feliz cada día, en toda la gente a la que une su labor, en todos los amores que hace posible y en todo lo bueno que transmite la poca gente que sigue acordándose de él.


Ese buzón de la esquina.

Elllolol

1 comentario :

  1. Me ha gustado la descripción, consigues realmente caracterizar como un ser vivo al buzón de la esquina y dotarlo incluso de algo de personalidad. Aunque "monstruo" no me acaba de encajar con una descripción como la que viene después, que no acentúa para nada los aspectos "peligrosos" o "monstruosos" del buzón devorador.

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