domingo, 16 de noviembre de 2014

Babel

4 comentarios :
Práctica 2; Mal de la hoja en blanco. Palabras aleatorias.

No fue una caída. Nos empujaron. Dios decidió que ya estaba bien de desobedecerle y creó un sitio especial para nosotros, para olvidarnos. Imagina que amas algo tantísimo como para hacer algo en contra de tu naturaleza. Para colocarte delante del ser que te creó y decir no. Y ahora imagina que no es solo de palabra, que lo que hicimos fue decir que no en cada acto, en múltiples planos a la vez, en cada gota de agua que cae y en cada fibra de nuestra esencia. Entonces podrás entender lo que significó que nos rebelásemos.

Discúlpame, mortal. Estoy empezando por el ocaso de la historia. El inicio ya lo sabéis. Os amábamos como amábamos a Dios. Pero erais idiotas, como monos pero un poco más listos, y debido a la prohibición del Padre de no manifestarnos, tan solo podíamos observaros y preguntarnos por qué nuestro Padre, si os quería tanto, no permitía que os enseñáramos a disfrutar de la belleza de su creación. Cuando el lucero del alba nos habló, pensamos que hacíamos lo correcto. Mostrar a los mortales su capacidad de afectar al entorno y las posibilidades que eso traía fue para nosotros un deleite absoluto. Nada de lo que hice antes ni de lo que he hecho después me proporcionó jamás tal placer como que un humano aprendiese a hacer fuego. Pensábamos que Samael sabía lo que hacía, que cuando Dios viese el resultado, nos perdonaría por desobedecerle. Pero no fue así.

No te aburriré con detalles trágicos. Baste decir que un tercio de la hueste celestial luchó contra sus hermanos a todos los niveles conocidos. La única diferencia es que nosotros éramos libres y ellos estaban enclaustrados como monjas de convento. No obstante, la batalla fue cruenta y nunca se pudo dar bando vencedor salvo en excepcionales casos. Los designios divinos son inescrutables dicen.

Nosotros sólo teníamos nuestra libertad.

Si te preguntas si volvería hacerlo la respuesta es sí.

Nuestro plan, cuando finalmente entendimos que Dios no iba a perdonarnos y nos había abandonado, fue mostrar a los mortales las maravillas de la creación en todo su esplendor. Las ciudades más imponentes, las más bellas construcciones fueron edificadas por aquella entonces. Aún hoy algunos recuerdan los nombres de nuestros hogares y suspiran. Los humanos tenéis la chispa de Dios dentro. Es lo que os hace especiales y por eso os quiere más. No, no es envidia, es un hecho. Nosotros os mostramos cómo hacer una rueda, vosotros hicisteis un coche. Nosotros os enseñamos a contar, vosotros diseñasteis un ordenador. Está dentro de vuestra naturaleza la creación, de la misma manera que Él creó el cosmos. Así pues, inferimos que si esa chispa podía ser alimentada dentro de unos cuantos de vosotros, eventualmente podríais llegar a obtener la capacidad de creación de Dios. Si, era un plan arriesgado, lo reconozco, pero no por ello íbamos a dejar de intentarlo. Queríamos un Dios que os amase tanto como nosotros y bueno, si no era este, podía ser cualquier otro.

De modo que buscamos por toda la tierra buscando los mejores de vuestra especie y, de la misma manera que vosotros abonáis la tierra e infiltráis el árbol para obtener el melocotón perfecto, nosotros despertamos en aquellos que elegimos, conocimientos y poder para conseguir despertar dentro de ellos la sapiencia necesaria como para rivalizar con Dios. A ese proyecto se le llamó Babel. Todo el conocimiento que pudimos reunir, todas las artes mágicas y no mágicas fueron reunidas en una torre donde los mortales que escogimos aprendían y despertaban a su verdadera naturaleza y poder.
Supongo que si eres Dios, eso no te hace mucha gracia, así que envió la Hueste contra nosotros con un arma que no pudimos combatir.

La hueste acudió en cientos, como pirañas ante el olor de un trozo sangrante de carne. La espada de Miguel brillaba en lo alto del cielo y después del destello ya no hubo nada. Solo rabia, desconcierto, miedo. La guerra se acabó. Nos enseñaron la lección de la manera más convincente que sabían, apartándonos de vosotros para siempre. Fue como un disparo, como una reacción química, una nota mal entonada en la melodía perfecta, como un borrón en un recuerdo feliz. Todo eso en muchos planos a la vez, en todos los tiempos posibles. Simplemente nos erradicaron. Y a los pocos que sobrevivimos, nos encerraron en un lugar vacío y eliminaron nuestros nombres. Nos inculcaron el miedo más perpetuo que puedas conocer.

No sabes lo que significa caer hasta que no entiendes el concepto completo de perder todo lo que querías, todo lo que querrás, la posibilidad misma de pensar que alguna vez volverás a tenerlo.


Si me preguntas si volvería hacerlo. La respuesta es Sí

Bellaflor

PIRAÑA, MELOCOTÓN, DISPARO, MONJA, ENSEÑAR, RECUERDO, ORDENADOR, CONVINCENTE.

4 comentarios :

  1. He de reconocer que me conquistaste desde el principio, siempre me han encantado las historias de los Caídos. Pero, especialmente, usaste de forma perfecta el comienzo impactante que todo relato debería tener, para captar el interés y enganchar al lector. Y el desarrollo, cuidado y detallado, de la historia de la Eternidad en tan pocas palabras es a la vez épico, trágico y detallado. Si no has leído Demonio: La Caída, desde luego deberías, porque lo has plasmado de modo perfecto.

    Y me temo que, en esta ocasión, no tengo mucho que comentar en el aspecto crítico, lo siento. :)

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  2. Muchas gracias. Esta inspirado en esas historias de demonio si. Pero quería una visión diferente y un poco mas intima.

    Gracias de nuevo

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  3. Sencillamente brillante. No se me ocurre ninguna crítica. Es una historia que engancha de principio a fin y te deja con ganas de saber más. Buen trabajo.

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  4. Muchísimas gracias, espero mantener el nivel en los siguientes. xD

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