martes, 18 de noviembre de 2014

El melocotonero

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Práctica 2; Mal de la hoja en blanco. Palabras aleatorias.  

Sentí en los dientes el repelús propio al morder el melocotón. Todos aquellos pelillos sumados a un regusto a óxido que me dejaba en el paladar, me recordaba a un animalillo muerto, teniendo que escupirlo disimuladamente en una servilleta mientras sonreía después a mi interlocutor como si hubiera probado el mejor de los manjares.

–Está bueno –mentí,  intentando sonar convincente mientras saboreaba con desgana los trozos de la fruta que tenía entre los dientes.

Él sonrió enseñando unos hoyuelos que harían derretirse a cualquiera, lo que me planteó fugazmente morder de nuevo aquel frío animalillo anaranjado.

–Me gusta este árbol ¿sabes?

Se sentó a la sombra del mismo e imité sus pasos poniéndome a su lado.

–¿Conoces la leyenda urbana de los cerezos japoneses?

Negué con la cabeza mientras pasaba mi lengua por los distintos dientes y generaba saliva suficiente para llenar un vaso y olvidarme de ese sabor.

–La historia dice que el color rosado de sus flores se consigue enterrando personas bajo sus raíces.

–¡Qué interesante! –Volví a mentir empezando a plantearme como deshacerme del resto de la fruta que tenía entre las manos. La palabra “enterrar” me hizo pensar en cavar un pequeño hoyo disimulado y meter los restos en él, plan absurdo eso sí.

–De alguna manera es hermoso pensar algo así, morimos dando paso a algo más hermoso que nuestros cuerpos fríos.

Mientras miraba ausente al cielo y metía sus manos en los bolsillos, aproveché para guardar el melocotón en el bolso. Si decía cualquier cosa al respecto siempre podía engañarle diciendo que era para comer más tarde.

–Sin embargo –continuó – por más que lo he intentado no consigo darle ese tono a los melocotones, siguen siendo naranjas.


No le escuché, quizá no quise hacerlo, lo último que recuerdo antes de ver el fogonazo del arma fue el horrible tacto de aquella fruta. Después nada.
BelZet

Palabras usadas: MELOCOTÓN, ENSEÑAR, RECUERDO, CONVINCENTE

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  1. He de reconocer que no lo vi venir, lo pensé con la referencia al cerezo, pero se me fue la cabeza pensando en samurais y no estaba preparado para el giro final. Me pillaste sobre un pie, la verdad, especialmente por el modo acelerado en que lo narras: una frase de diálogo y, después, ya todo ha pasado. No da tiempo a asentarse en la primera cuando ya ha ocurrido, dejándome en el aire y ligeramente shockeado por lo inesperado.

    Como crítica, creo que todo resulta ligeramente ambiguo, demasiado en el aire. ¿Quienes son ellos? ¿Por qué están allí? Parece que hay una ligera tensión sexual/romántica, ¿es cierta? ¿Por qué el come una fruta que no le gusta? Etc. Todo queda demasiado en el aire, lo cual rompe la posibilidad de empatizar con los protagonistas lo cual hace que nos sintamos menos vinculados con ellos cuando llega el giro final.

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