domingo, 2 de noviembre de 2014

Siete de la mañana

1 comentario :
Práctica 1; Escribe sobre lo que conoces. Ámbito académico.

Siete de la mañana. Otra vez.
Avanzo con los movimientos automáticos y repetitivos de cada mañana.
Llego.
Y durante los 164 escalones, leo con el mismo interés los carteles y panfletos que veo cada día.
Neurosociología, grafología, lenguaje de señas...
Abro la puerta.
Y ahí están todos sentados, con las bolsas de los ojos hinchadas y el pelo recién peinado.
Dependiendo de mi humor, me siento en la primera o última fila (intento evitar los puntos medios).
Buenos días, profesor. ¿qué me vas a contar hoy?
Y yo, le pienso. ¿Tú fuiste como yo? ¿tenías una pasión por saber o ser algo?
Comienza a hablar.
Según lo larga que fue mi noche, se me caen rendidos los párpados (y el bolígrafo de la mano, delatándome, cayendo al suelo y repiqueteando como un despertador)
Profesor, que me he perdido.
¿Esto que me enseña es la vida, es lo que pasa, o son teorías, hipótesis y fórmulas pragmáticas?
Miro a la gente, copiando como pueden todo lo que oyen.
¿Y es que eso que nos dice no está en los libros?
Pero continúa: dato, dato dato... toda, toda, toda la información con la que nos atiborra se pierde en un runrún por el conducto de ventilación.
Profesor, hazme pensar. No me ahogues a datos. Porque eso son: datos. Y yo he venido aquí a clase a reflexionar. ¿Para qué quiero ladrillos si no sé construir? Llévame tan alto cómo tú has llegado, acércame a tus perspectivas.
Vuelvo a mirar a mi alrededor.
Cuántos ríos de tinta y café habrán corrido entre estas cuatro paredes.
Los minutos pasan.
El marco de la ventana color naranja tráfico parece que advierte desde lejos que hemos acabado aquí por accidente.
Algo falla en el sistema. ¿Aprender no debe ser un placer? Tampoco es que esté de acuerdo con el que escribió (J)AULA 315 en la puerta de la clase. Esto es un trampolín con vistas a una piscina muy estrecha y de la que no conocemos su profundidad, ni si es agua lo que contiene.
Pero el salto, te lo ofrecen.

Lucía Llorente Zubiri

1 comentario :

  1. El relato me produce sensaciones encontradas, eso he de reconocerlo, y generar sensaciones en el lector siempre es bueno. Por un lado, consigue generar esas dudas, esa familiaridad, ese contacto con un universo que no necesariamente es como se supone que debería ser. Y lo hace además en el interior de una acertada crítica social y al modelo educativo que tenemos, que demasiado a menudo lleva a profesores y alumnos simplemente a repetir lo que otros han dicho antes.

    Sin embargo, el problema es que pasa de una cosa a otra demasiado aceleradamente. Una frase para cada elemento, sin descripción ni demasiada reflexión, y ya salta a la siguiente. Da un poco la sensación más de tratarse de un resumen de la historia que de la historia en si, lo cual ciertamente es una lástima. Especialmente cuando, como en este caso, todavía tenías muchas palabras disponibles para disfrutar y explayarte narrando la historia y sus elementos con más detalle.

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