domingo, 2 de noviembre de 2014
Después de todo
Práctica 1; Escribe sobre lo que conoces. Ámbito académico.
Ha pasado ya mucho
tiempo, muchos cuatrimestres desde que comenzó la carrera. Ha llovido mucho
desde entonces, desde que los trabajos en grupo se hacían infernales porque
siempre alguien dejaba de colaborar, desde que las exposiciones en clase
desbastaron ese terrible miedo a hablar en público; y por fin había llegado el
día.
El cielo estaba gris y
amenazaba frío y lluvia y, para colmo era lunes. Sin embargo ahí estaba él, una
pequeña y delgada figura que denotaba cansancio y pesar, junto con algo de una
pesada resignación. A pesar de sus 23 joviales años se sentía como un hombre
deshecho al que le pesaban los huesos, y más que los años, sus terribles
ojeras.
Durante tres meses no
hubo amigos, no hubo fiestas, no hubo aire libre salvo para comprar comida y
mucho café. Repasando una y otra vez el mismo temario, maldiciendo al profesor
y a su falta de generosidad y falta de calor humano, preguntándose mil veces
por qué no le había aprobado por esas dos décimas. Desde luego la revisión fue
un esfuerzo inútil una vez más.
Estaba suspenso en una
de las asignaturas más difíciles de la carrera, de esas que te roban el alma y
con la que pierdes la inocencia de los primeros cursos, cuando aún los
estudiantes son confiados y dejan todo para el último momento. Una terrible
materia con la que no sabes qué estudiar, si los apuntes mal cogidos por la velocidad
implacable del profesor, las lecturas que no tienen nada que ver con el
temario, o el libro escrito por el mismo demonio que imparte las clases, aunque
no contenga todo lo que se ha visto en clase.
Todo el verano
estudiando, aprovechando las largas horas de luz en el día, pasando terribles
noches en vela bajo la incansable luz de los fluorescentes, sobreviviendo al
calor gracias al aire acondicionado y muchos litros de café; todo por ese
maldito suspenso al final del cuatrimestre. Un infame resultado que le llenó de
rabia, y que a pesar del mal trago, le dio la determinación suficiente para
estudiar, para devorar los apuntes como si le fuese la vida en ello.
Después de haber
sobrevivido a muchos profesores, a su vil instinto asesino a la hora de
examinar; y a exámenes en los que no sabía qué responder porque nada de lo que
había escrito en ellos correspondía con lo estudiado, a los nervios de última
hora y sobre todo a esa horrible sensación de fracaso cuando escuchaba a todo
aquel que le rodeaba comentar las respuestas del examen.
Nadie suele contar las
grandes hazañas de los estudiantes, héroes que se hacen en la batalla, que son
vencidos mil veces antes de salir triunfantes.
Y ahí estaba él, frente
a la puerta de salón de actos esperando a que esta se abriera para terminar de
una vez por todas con la peor tortura jamás inventada, la espera. Miraba entre
la gente, buscando el mismo rostro nefasto que le había amargado la existencia durante
el cuatrimestre pasado, pero en esta ocasión
se cobraría esas dos décimas con creces porque esta vez estaba
preparado.
Y en ese día terrible
día de septiembre, él con su cansancio y sus ojeras se volvieron a encontrar
con el que pretendía ser su verdugo, con su mismo aire de prepotencia y
seguridad, sabiéndose capaz de marcar el destino de sus pobres e insensatos
alumnos. En las mismas sillas frías de siempre, el mobiliario viejo y conocido
por todos, en el mismo lugar que la última vez pero con la frente en alto, el
pulso acelerado e intentando que el vil demonio no notase su miedo, esperaba a
que su última gran batalla comenzara.
Fue duro y encarnizado,
el examen estaba hecho con crueldad, únicamente para rebanar cuellos sin piedad
y el profesor lo sabía. Se puso a prueba la determinación y la templanza de
todo buen guerrero con preguntas rebuscadas e infames, pero el miedo
desapareció, los minutos pasaban y ya no había dudas, todo estaba claro y el
final estaba cerca.
60 preguntas, verdadero
o falso, y una hora más tarde,
entregando su examen con manos firmes y el corazón tranquilo. Ahora en el cielo
estaba azul, volvía brillar el sol, no hacía frío y corría una brisa fresca que
le llenaba los pulmones, no le hizo falta ver una lista en la que saliera un
número junto a su nombre, él lo sabía. Había aprobado.
Asys
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El relato es muy acertado a la hora de describir el conflicto con "esa asignatura" que a todos se nos ha atragantado, o con ese profesor que hay que evitar. Y, finalmente, la bienvenida certeza final de que esta vez si que se ha salido triunfante de la batalla.
ResponderEliminarSin embargo, yo le veo una gran pega: el abuso de la coma. Este llega a tal punto que el cuarto párrafo entero es una única frase, lo cual dificulta enormemente la lectura. Así, en vez de centrarnos en el problema, en la batalla y en el conflicto, a veces hay que releer algunas cosas para entender del todo lo que está ocurriendo, lo cual lastra mucho una historia que, de no ser por ello, estaría muy bien.
Típico. Realmente me ha recordado por completo a una situación exactamente igual que viví hace unos años. En mi opinión está bien escrito y expresado. Pero, he de añadir, que la historia resulta ser demasiado predecible. Todos conocemos esa situación, no puede llegar a transmitir algo que ya tenemos dentro.
ResponderEliminarPues yo creo justo lo contrario, si te has sentido así ha logrado empatía, y por lo tanto te ha transmitido algo, no todo el mundo puede hacer eso. A mí me gusta, le hubiera puesto algo más de chicha, pero he recordado cuando hacía exámenes.
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