lunes, 17 de noviembre de 2014

Una de animales

3 comentarios :
Práctica 2; Mal de la hoja en blanco. Palabras aleatorias.

Era un hombre, grande, todo de negro y bípedo en una gran y bulliciosa ciudad asfaltada, hasta que se puso la careta. Una careta barata de las que se sujetan con una goma que no tarda en romperse, de las que no van más allá de un trozo de plástico pintado con dos agujeros para los ojos. Se la puso, y ya no era un hombre, sino un zorro; un precioso zorro color melocotón, con un pelaje suave y una larga cola rematada en una punta blanca. La ciudad ya no era una ciudad, sino un prado infinito lleno de otros animales y su mujer, ya no era su mujer, sino una zorra, que había renunciado a su humanidad por una careta semejante.

                En aquel cuento en el cual el asfalto de la calzada era hierba y los coches caballos, nuestra pareja de zorros se apresuró a entrar en el gran e ilustre gallinero que tenían delante. Un gallinero de suelos marmóreos y solemnidad decimonónica, donde cerca de treinta gallinas gestionaban entre formularios y comisiones sus huevos sin percatarse de la presencia de los zorros, que no tuvieron más que enseñar sus colmillos para que todas comenzasen a correr despavoridas en todas direcciones, cacareando como locas.

                Hubo un gallo valiente, de color azul oscuro, con placa y garras, que nada más verles aparecer se puso en medio mostrando sus filos y erizando la cresta amenazante, pero no pudo hacer nada cuando la zorra se le echó encima y le destrozó con sus colmillos. Con un argumento tan convincente como aquel, las gallinas no se atrevieron a llevarle la contraria a los zorros en todo lo que duró el proceso, y, obedientes como ovejas, se dividieron en dos grupos.

                A la derecha, pegadas a la pared, se alinearon las gallinas más normales o circunstanciales, mientras que la izquierda, se pusieron las gallinas administrativas, las que guardaban los preciados huevos entre los nidos. Allí permanecieron vigiladas atentamente por la zorra, mientras que el zorro comprobaba que no apareciesen otros gallos entre las esquinas del granero. Cuando todo estuvo controlado, llegó el momento de amontonar todos los huevos de la jornada juntos, para moverlos más fácilmente.

                Los zorros cogieron tantos huevos como pudieron y salieron corriendo de aquel gallinero tan deprisa como les fue posible para tratar de huir hacia un bosque cercano donde perderse con el botín, pero se encontraron con un contratiempo: unos cazadores habían escuchado el revuelo que había habido en el gallinero y habían acudido para apresarles. No pudieron hacer nada cuando se cruzaron con ellos salvo correr todo lo deprisa que les fue posible. Entre el caos de gallinas corriendo de un lado a otro, huevos cayendo y cazadores tratando de cazarles, nadie fue capaz de comprender exactamente quién era quién, y solo fui capaz de ver como la zorra era abatida por el disparo de uno de los cazadores. Tras aquello, noté como alguien se estrellaba contra mí (que me encontraba entre un montón de gallinas que habían estado contemplando la escena desde fuera, y que habían empezado a correr desordenadamente en cuanto los zorros salieron del gallinero) y me derribaba antes de pasar de largo.

                Me levanté enseguida tras la embestida, y descubrí que a mis pies había caído una máscara con forma de cara de zorro. Me la puse y me giré hacia mi padre, que tiraba de mí.


-Mira, papá.-le dije.- Soy un zorro.

Elllolol

Palabras usadas: MELOCOTÓN, DISPARO, CONVINCENTE, ENSEÑAR

3 comentarios :

  1. Me parece un relato muy original, nunca había visto la historia de un atraco narrada desde el punto de vista metafórico, como una historia de cuento de hadas casi. Consigues darle un toque a medio camino entre realista y surrealista que hace que la historia tenga mucha enjundia y resulte interesante y atractiva, mientras las metáforas se suceden para hacer que todo reluzca con esa magia. ¡Realmente está muy currado!

    Como crítica, hay dos cuestiones formales que creo que son importantes notar. Por un lado, sobran comas en muchas partes que hacen que la lectura suene un poco entrecortada a veces. Pero, sobretodo, al final se te coló un cambio de persona narradora, que ha pasado de la tercera (el zorro, la zorra) a una primera (noté). Creo que tiene que ver con el giro final, pero es que he de reconocer que no lo he pillado, el paso del atraco a la visión del ¿niño? de que es un zorro es, cuanto menos, algo confusa y yo no he entendido muy bien qué pasa, si todo fue un sueño o una historia, si fue real, o qué.

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  2. La verdad es que puede ser confuso. El narrador es todo el tiempo el niño, que lo ve todo desde fuera del banco, entre la multitud, como un observador externo imaginando todo como un cuento. Cuando el atracador sale corriendo se estrella contra él, perdiendo así la careta justo a su lado.

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    1. Uff, vale, entonces creo que si que hay un problema algo más serio a la hora de narrar lo que ocurre. No creo que un niño comparase a gente normal con gallinas y cosas así, la verdad.

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