sábado, 1 de noviembre de 2014

Un catedrático

5 comentarios :
Práctica 1; Escribe sobre lo que conoces. Ámbito académico.
Un catedrático, todo un señor catedrático, de los que tienen cuarenta años de trabajo a sus espaldas; de porte regio y voz sonora, siempre correcto en el trato con su propia mayoría, frío para unos y para otros, pero nunca excesivamente. Tan riguroso en el vestir como en el calcular. En definitiva, soberbio.
Exactamente a las ocho y media cada mañana, aparece en su coche impoluto que no duda en aparcar en la plaza que tiene reservada junto a la puerta de su facultad desde que fuese decano años atrás. Sale, sube a su despacho y mira su agenda para no olvidar nada de lo que le depara ese día. Baja a la cafetería exactamente a las nueve menos veinte para reunirse con sus colegas de profesión en la primera tertulia de la mañana; el camarero, al verles aparecer deja de lado cualquier tarea con la que estuviese entretenido y les sirve a cada uno lo que han pedido cada mañana desde hace treinta años sin que ninguno tenga que molestarse en recordárselo. Diez minutos exactos de plática dan para muchos temas, todos concernientes a la facultad, por supuesto: los horarios de las clases, la calidad de las nuevas pizarras, las excentricidades de los alumnos o el aspecto impropio de algún que otro vicedecano.
Si es que ese día tiene programada alguna clase, camina hasta el aula al paso exacto para llegar a ella cuando son las nueve en punto. Traza sus enseñanzas en la pizarra con perfecta caligrafía y como un mesías enuncia sus parábolas y sus hipérbolas, atiende las preguntas que le formulen y a las diez y media ya está cerrando la puerta al marcharse.
El resto del tiempo lo pasa en su despacho, poniendo en orden sus papeles para llevarlo todo al día, escribe sus pertinaces correos electrónicos y prosigue con los trabajos e indagaciones en su campo. Aquel día, como excepción, quien llama a su puerta no es otro colega, sino una alumna tímida e insegura que solo acude a reclamar una nota, como hacen muchos de sus semejantes las últimas semanas de desesperación. Nuestro catedrático busca su examen entre su archivo ordenado por nombres y cursos.
Un cuatro no es un aprobado se mire como se mire, y no hay más remedio, él lo sabe y ella también. Y sería completamente injusto cambiar eso, hacer una excepción estaría no solo en contra de las normas de la burocracia, sino también de su dignidad y deber como miembro del cuerpo docente.
Media hora más tarde, aquella alumna sale corriendo de su despacho llorando y más avergonzada que nunca, queriendo de alguna forma dejar de existir, pero aprobada, al fin y al cabo. Nuestro catedrático también sale, bastante más tranquilo, rojo y sudoroso, aún jadeante, fingiendo normalidad. Esconde su sonrisa burlona en una mueca de seriedad y rectitud, y se recoloca la corbata.
Al fin y al cabo es un catedrático, todo un catedrático.

Elllolol

5 comentarios :

  1. Me gustan mucho tus descripciones, puedo visualizar al serio y formal catedrático. El final me ha despertado una sonrisilla maléfica.

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  2. Me ha gustado el relato, especialmente la larga descripción de un hombre recto, soberbio y prepotente, adalid de las normas... que luego resulta rápidamente ser otra cosa cuando el poder está en su mano y tiene la ocasión de abusar del mismo.

    De hecho, he de reconocer que mi principal crítica iba a ser que esto es una larga descripción y no realmente un relato... pero ese final lo cambia todo, incluso ese detalle, y le da un giro con su argumento rápido y directo que le viene muy bien.

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  3. Joder, este relato es como una montaña rusa. Me encanta.

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  4. Me ha gustado realmente. Muy bien escrito, quizás a falta de alguna que otra coma. La imponente historia resulta un desencadenante, puedes visualizarlo gracias a tu gran forma de descripción. Y el final que le da la vuelta a todo, y que incluye algo más profundo que la apariencia. Además estoy de acuerdo con el rápido golpe que inflige el poder como dice mi compañero más arriba. Mola mucho.

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  5. Brutal. Hay mucho nivel entre los relatos, aunque eres el único que me ha dejado anonadado.

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